Quiénes somos - Comunidades Cristianas de Base de la Región de Murcia

  • CHARLA PARA LA IDENTIDAD DE NUESTRAS COMUNIDADES 

( 1ª Sesión)  (2ª Sesión ) (3ª Sesión ) (4ª Sesión)

 1ª sesión  

CHARLA PARA LA IDENTIDAD DE NUESTRAS COMUNIDADES

“EL DISCERNIMIENTO: LA OPCIÓN POR JESUS”

 

FINAL DEL PROCESO DE INICIACIÓN

 

  En los planteamientos que habéis hecho en el grupo y también en los que tenemos en el movimiento comunitario de base, entra el que al terminar la iniciación con l segunda carpeta o  la segunda etapa, se dediquen unas sesiones a reflexionar sobre el sentido que tiene haber terminado un proceso y comenzar otro, dentro ya de la vida de la comunidad.

    En realidad, no se puede decir que vayáis a empezar ahora la vida comunitaria, porque, de hecho, el proceso que habéis seguido ya ha sido de grupo comunitario. Se trata de que termináis un proceso de iniciación y empezáis otro modo de vivir la vida comunitaria, con otras formas y características (p.ej.: la dinámica de las reuniones va a ser distinta, ya no vais a estar pendientes de la temática de iniciación).

    Una cuestión que se os puede presentar es si vais a integraros a una comunidad ya existente o si os vais a constituir en comunidad vosotros.

 

EVALUACIÓN DEL CAMINO RECORRIDO

 

  Vamos a intentar utilizar el efecto moviola: dar marchas atrás y fijarnos en cuando empezamos el proceso de iniciación. Puede ser interesante contrastar las actitudes que teníamos entonces con las actuales, así como las expectativas que teníamos al empezar y la realidad que hemos conseguido con el proceso  (si se han cumplido aquellas expectativas, si se han ido modificando, etc.).

    En momentos como este es bueno recordar el texto de Jn 1, 35-44 y s.s.,cuando el evangelista nos presenta a Jesús que va predicando y tropieza con los discípulos de Juan Bautista, un encuentro que tal como aparece es un proceso casual, pero que es interesante como punto de reflexión:

    Hay una curiosidad, una interpelación, una llamada. Aparece la pregunta  que las personas guiadas por la fe o por la interpelación humana del evangelio se hacen: ¿dónde está Jesús? ¿dónde ese evangelio que tanto me llama la atención?  “Jesús les dijo: “venid y los veréis”. Le acompañaron, vieron donde vivía y se quedaron  aquel día con él”. A mí me parece que esto es, quizás, lo que sucede en todos los que, como vosotros, empezaron un día a interpelarse por Jesús, por el evangelio, de una manera u  otra, y se fueron con Jesús, invitados por él a su casa. Habéis estado aquí unos años viviendo con él y os habéis quedado en su compañía.

 

  En este periodo de tiempo que habéis estado con Jesús ¿qué es lo que ha pasado? Vamos a intentar hacer el discernimiento de todo eso.

 

  En la intencionalidad de quienes os invitamos de una manera u otra a participar en esta iniciación había cuatro objetivos que intentábamos conseguir:

 

  1. Dar razón de nuestra esperanza: Se trata de llegar a comprender a Jesús de tal manera que podamos, como dice Pedro en su primera carta (1Pe 3, 13-16) dar explicación de nuestra esperanza a quién lo pida.

    Entonces, suponemos que vosotros, después de este tiempo, estáis en situación de explicar el motivo de vuestra fe, de vuestra vida, las motivaciones radicales de vuestra existencia.

   

  1. Descubrir una nueva familia con Jesús: La vida comunitaria es una vida de familia, de hogar, donde Jesús está en el centro y donde hay un grupo de hermanos que comparten la vida y todo lo que son (Jn13, 35; 14, 1-11-7-14-15-17-21).

 

  1. Celebrar la fe: Ser capaces de, juntos, celebrar, explicitar y actualizar vuestra fe de un modo profético (Que el evangelio interpele en esas celebraciones vuestras vidas, seriamente),  (Lc 22,19-23).

 

  1. Trabajar en el mundo por el reino de Dios: Responder a la invitación que hace Jesús: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres” (Mc. 1, 16-20); es decir, hacer lo mismo que él, trabajar por la liberación del hombre, comprometerse para ir cambiando la sociedad.

    Estos cuatro objetivos que nos propusimos, quizás no los tenéis tan formulados, o los tenéis formulados de otra manera, pero van más o menos dentro de cada uno de vosotros, de una manera o de otra. Por eso cabe preguntarse: ¿en qué medida? ¿hasta que punto?

    En general solemos decir que todavía nos falta mucho para eso. Pues bien, en la iniciación no pretendemos nunca que esto se lleve a cabo de un modo perfecto, definitivo. Sabemos que eso no es posible pero esperamos, eso sí, que estos años hayáis puesto los cimientos para edificar la casa. La casa no está terminada, eso es verdad, pero tampoco se pretendía. Todavía falta por edificar, pero la meta está clara y en nosotros se ha iniciado ya un caminar hacia ella.

 

NECESIDAD DEL DISCERNIMIENTO

 

  A partir de esta realidad vamos a hacer el discernimiento con la ayuda de una serie de puntos de reflexión. Discernir significa clarificarnos, darnos cuenta de donde estamos, tomar conciencia de lo que nos falta y renovar, quizás lo que sea necesario para seguir avanzando.

    En este momento en que estáis vosotros, la gran pregunta que hay que hacer es si hemos hecho o no la opción radical por la comunidad y el evangelio (Jesús-Comunidad-Reino). Para dar respuesta esta cuestión, vamos a entrar en una reflexión que ahora mismo tiene gran importancia dentro de la teología de la liberación y del movimiento comunitario de base: “La opción por el Evangelio es por seguir a Jesús”.

    El seguimiento de Jesús: OPTAR POR  =  SEGUIR A JESÚS

    Para nosotros que estamos aquí por una opción de fe (de seguir a Jesús) ¿qué entraña esta experiencia? ¿en qué radica el seguimiento a Jesús? ¿estamos dispuestos a hacerlo?. Amor y adhesión a Jesús es a una persona, no a una ideología, ni a una doctrina. Un amor de identificación “quiero ser como tu” y de entregarme a los demás como tú, eso es seguir su itinerario.

    La teología de la liberación está removiendo todo esto del seguimiento a Jesús. Ahora mismo se habla mucho de una serie de cosas dentro de la iglesia: la evangelización, las relaciones de la iglesia con el mundo, institución sí o institución no, iglesia de los pobres o iglesia interclasista, iglesia-pueblo de Dios, etc. Pero para no perdernos ahora mismo el planteamiento de la TL es que lo radical, lo más importante, lo primero, es seguir a Jesús.

    Por eso, cuando uno va a hacer la opción por la comunidad o por el evangelio, tiene que hacerse este planteamiento antes que nada.

    ¿qué es eso de seguir a Jesús? Para entenderlo tenemos que acudir a Jesús de Nazaret, al denominado Jesús de la historia: aquel Jesús que vivió en Palestina, aquel hombre concreto que tuvo una vida muy concreta y que realizó unas acciones también muy concretas, que hizo unos gestos y tuvo unas actitudes muy claras y que murió crucificado. Hay que ir a la raíz que es el Jesús histórico.

   RADICALIDAD:

  Llamada: Estar con él-Trabajar con él-Parecerse a él.

Respuesta: Dejaron las redes .Mc.1, 17, Se levantó y lo siguió, Mc.2,15.

Condiciones: Grupo de pobres-Lc.9,57,Mt.19.Lc.14,26-26. Mc.8,31-32

  ¿Cómo era este Jesús cuando se relacionaba con las gentes que lo rodeaban? 2ª Cor.8, 9. Lo primero que vemos en él es que invita a un grupo de gente a que lo sigan, a un grupo de personas, a unos cuantos, no a todos. Y ¿cómo los invita? En primer lugar a seguirle de un modo radical, sin condiciones. (Mc 2, 14, Mc 1, 16).

    La respuesta que Mateo y los que estaban pescando le dan es, también, incondicional y radical. Jesús los invita a ser pescadores de hombres, a trabajar como él en la liberación de la humanidad, en cambiar la historia.

    Jesús no admite ninguna condición. (Lc 9,3-5 Lc 14, 26; Mt 10, 37; Mt 6,21). Esto es fundamental en la experiencia del creyente. Jesús invita a estar con él, lo cual significa parecerse a él, ser como él (Mc 3, 12-14). Jesús de Nazaret lo que quiere de nosotros es que sigamos su camino, su trabajo, su praxis.

    Hoy día toda reflexión teológica parte de aquí, toda manera de entender el evangelio pasa por aquí y termina con cargar con la cruz como Jesús (Mc.8, 35) “al final de la vida”. El evangelio es así de radical, todo lo que intentemos nosotros apañar será en vano.

 

¿Qué os parece todo esto?

(Diálogo)

 

  Plantearnos todo esto ya supone un avance, y el aceptar esta meta de radicalidad, pese a todas nuestras limitaciones, también. Sabemos  todo lo que llevamos a cuestas, pero queremos llegar a la meta y ponemos los medios necesarios para ello.

    Itinerario para llegar a Jesús: La opción por Jesús es igual a optar por seguir su itinerario.

  Los pasos que tenemos que dar son los mismos que dio Jesús:

   

  1. Encarnación entre los pobres, luchando por su liberación: Jesús no sólo se hizo hombre, sino que se hizo hombre pobre, entre los pobres (Ver carta de Pablo a los Filipenses).2ª Cor.3,9 2ª Cor.8,9,Fil.2,7.

 

  1. Praxis : Jesús dedicó su vida a trabajar por la liberación de los pobres, esa fue su misión. Lc,4,10 y Lc.4,18-19.Mt.11,2-6.

 

  1. Cruz : Por dedicarse a eso, Jesús fue crucificado y esto fue lo que le resucitó. Jn.15,18-21, Mc.8,31-32, Mc.10,33, Mt.19,13-15.(Ver la relación entre primera y octava Bienaventuranza.)

 

  1. Resurrección: Mc.8 31-32, Mc.10, 33,

 

  Hay que entender que este itinerario es el nuestro: encarnarnos entre los pobres, dedicarnos a liberar a los pobres y entregar la vida. ¿Esto está asumido en nuestros planteamientos? Conforme vamos avanzando, el camino está menos hecho y por ello hay que dedicarse más seriamente, más profunda y vitalmente a ello.

 

PAUTAS PARA CLARIFICAR LA OPCIÓN

 

  Ahora se trata de renovar la opción que ya tenéis, de hacerla definitiva, madura. Para ello hay que hacer una reflexión que nos clarifique.

 

  1. Opción humana y opción de fe:

 

  Nuestra opción es radicalmente humana, con base humana (hecha por motivaciones de fe), aunque por causa de nuestra fe, es decir, es inseparable nuestra opción, ya que optamos por un estilo de vida, por una praxis, por un modo de concebir la existencia, por un modo de estar en el mundo, de ser hombre, de ser persona, etc., lo cual se hace, además en identificación con el evangelio, con Jesús de Nazaret.

    No se puede hacer una opción simplemente de fe. No podemos coger el evangelio y entusiasmarnos a nivel sentimental, o incluso a nivel doctrinal, aunque sea racionalmente, pero luego, la humanidad fuera. No, la opción por el evangelio es una, de humanidad, un modo de concebir el ser persona.

    Esto es muy importante, porque se han hecho muchas opciones de fe sin darles una base humana y hemos tenido unas opciones alienantes, que en lugar de comprometernos con la vida nos han sacado de ella. La opción de fe ha sido algo tan espiritual, tan elevado, que nos ha sacado fuera de la realidad, fuera de la historia.

    Esta opción, hecha con radicalidad humana, compromete a toda la persona, a toda la existencia, de tal manera que hoy se habla de opción liberadora: optar por un evangelio que me va a liberar a mí y que me lleva a trabajar por la liberación de los demás. Toda nuestra persona está metida en esto: nuestro proyecto de familia, nuestro proyecto de educación de hijos, nuestro proyecto de trabajo, nuestro proyecto de tiempo libre, nuestro proyecto de estudios, nuestro proyecto de cómo estar en el mundo, en la sociedad, nuestro proyecto político, etc.

    Hay dos pasajes en el evangelio que son interesantes para esto:

   

  • Juan 9: “El ciego de nacimiento”. Jesús le abre los ojos, le hace ver lo que significa ser hombre como él, lo que es ver la realidad y ser libre para entregarse a la liberación de los demás. Esto es lo que Jesús va haciendo también con nosotros.

 

  • Juan 5: “El paralítico”. Es un símbolo de toda la gente que está paralizada, sin entusiasmo, sin entrega, poniendo pegas nada más, paralítica por los miedos, estancada. Hay que llegar a conseguir escuchar cómo Jesús, desde dentro de nosotros mismos, nos dice que nos levantemos y echemos a andar, que pongamos nuestro ser a vivir todo lo que hemos descubierto.

   

  1. Opción libre y para vivir en libertad:

    Esto es también muy radical. A veces cuando uno está viviendo en comunidad vienen las pegas, las dificultades, la marcha adelante y la marchar atrás. Parece que la gente se arranca muy fuerte y cuando se desanima, fácilmente tira la toalla y se va ( o siempre está diciendo que se va y parece que hay que estar agradeciéndole que esté en la comunidad). En el fondo hay que algo que no funciona cuando hay que estar suplicando que se haga esta cosa o aquella otra.

    Estamos aquí libremente, porque queremos, y nadie nos tiene que agradecer nuestra permanencia, al contrario, somos nosotros los que tenemos que agradecer, primero al Señor y segundo a la comunidad, que estamos aquí, y hay que hacerlo como agradecemos el don de la vida, entregándola. Por eso, nuestro agradecimiento tiene que llegarnos a trabajar, a vivir en comunidad con generosidad, con ilusión.

    Ni siquiera el evangelio nos obliga. Dios no obliga a nadie a que esté en comunidad, ni a que le siga; no existe ninguna obligación de ser cristiano, ni de vivir el evangelio, no existe ninguna obligación de pertenecer a ninguna comunidad de base, ni de entregar la vida.

    Esta es una opción libre, aunque es verdad que se nos pide que sea definitiva, pero esto no quiere decir que los pasos que vamos a dar sean irrevocables. Nos podemos volver atrás porque somos libres. Sintamos esta liberta en lo más profundo de nosotros mismos y maduraremos muchísimo, no iremos siempre a remolque, empujados por los demás que nos dicen “venga hombre, comprométete” o “¿quién quiere hacer esto?”, y todo el mundo callado, todos a sacudirse el muerto. No debería ser al revés, si estamos aquí libremente, deberían sobrar manos.

    Esta liberación no quiere decir independencia, una cosa es vivir libremente en un espacio de libertad y otra  la autonomía individualista. Se trata de libertad madura, de la interdependencia: mi libertad, junto con la de los demás, apoyándonos mutuamente, creando ese espacio de hombres maduros y libres.

 

  3.  Opción para trabajar :

 

  Como es una opción libre, que la da, entonces, lo hace para trabajar, para realizar una tarea, una misión. No se trata sólo de integrarse en una comunidad para celebrar la eucaristía, ni para hacer revisión de vida, etc. sino, además para dedicarnos por entero a lo mismo que se dedicó Jesús.

    No se trata de buscar un refugio donde un encuentra ciertas satisfacciones y comprensiones humanas ( que están muy bien y se dan, de hecho) no es eso lo fundamental, sino participar de la tarea, en la causa de Jesús. La comunidad no es el lugar de la tranquilidad, sino del peligro, el riesgo, la cruz.

 

4.  Opción para trabajar en la causa de Jesús :

 

  En este tajo está trabajando Jesús, y nosotros, libremente porque estamos de acuerdo con Él, nos ponemos codo a codo a trabajar con él.

    Liberados por Jesús, entusiasmados por lo que nos ha hecho descubrir, trabajamos juntos por la liberación de los más pobres, por un proyecto total de hombre y sociedad.

    No estamos aquí porque Jesús nos lo pide o lo manda, sino porque al verlo a él trabajando, descubrimos que eso es también lo nuestro. Ya no es sólo lo que Dios quiere, sino lo que quiero yo también.

    Jesús nos pone el “plus”, ese algo más para superar nuestras limitaciones: el Espíritu.

 

  1. Opción por un espacio de realización humana:

 

   Las comunidades de base hacen posible un proceso de humanización, de avance y de crecimiento humanos. Jn 14, 12.

    A veces las comunidades no crecemos porque humanamente estamos poniendo el listón muy bajo. Cogemos las bienaventuranzas, el mandamiento nuevo, etc. y nos entusiasmamos enseguida, pero a nivel humano bajamos el nivel.

 

  1. Opción por un espacio de oración-celebración proféticos:

 

  La fe nuestra no puede quedarse en el ámbito de lo privado, en la intimidad, sino que tiene  que explicarse, exteriorizarse, manifestarse, celebrarse. Tenemos que sacar fuera lo que tenemos dentro.

    Es importante, sobre todo, que en ese espacio de celebración se escuche el mensaje profético (la llamada que nos denuncia todo aquello que estamos haciendo y que frena lo que en verdad queremos hacer que es la opción por el evangelio y la comunidad). El carisma fundamental y principal que hay que potenciar es carisma profético. No hay que hacer una opción que facilite y tropiece el carisma que la profecía. No acallamos la profecía por miedo o por conveniencias. Al contrario pidamos porque se de la profecía.

 

  Bueno, pues esta es la opción que se os invita a que renovéis o bien que hagáis.

  ¿Qué os parecen todos estos puntos a tener en cuenta?.

  ¿Tenéis hecha esta opción y la vais a renovar, o a tomar ahora?

  ¿Es este nuestro sitio o nos hemos equivocado?

  ¿Estamos en lo cierto, por el camino que queremos seguir?

 

   Para responder a todo esto hay que hacer el discernimiento; pero ¿cómo hacerlo? ¿todos los miembros del grupo se incorporan juntos a la comunidad? ¿el discernimiento hay que hacerlo  globalmente o de uno en uno?.

    Cada uno tiene que hacer su discernimiento personal, individualmente o con la ayuda de los demás. Y el grupo, como tal, también tiene que hacerlo.

    Si queremos que nuestro discernimiento sea cristiano, lo primero a tener en cuenta es que no nos podemos dejar llevar por nuestro propios criterios, por criterios puramente humanos; tenemos que dejarnos llevar por criterios de evangelización. Aquí entra, naturalmente la humanidad, pero en relación al evangelio.

    Un cambio radical:

    Es imposible hacer un discernimiento cristiano si no somos personas inconformistas, si nos da igual ocho que ochenta. El evangelio es una propuesta para ir más allá, para personas radicalmente inconformistas.

    En la bienaventuranzas aparece, de principio, una intransigencia absoluta con el sistema. La entrada que se saca para incorporarse a la comunidad que vive en la dinámica del Reino, es la renuncia al prestigio, al poder y al dinero. El que no renuncia a esto no puede hacer un discernimiento cristiano ni puede comprender el evangelio.

    Fruto de una experiencia de amor:

    Si no hay capacidad de amar es muy difícil hacer un discernimiento cristiano. Se trata de una opción  para entregar la vida, y la vida  no se entrega sin amor. (Mt. 7, 16-20).

    Por sus frutos los conoceréis:

    El discernimiento cristiano da unos frutos concretos. La lista más larga está en Gálatas 5, 22-6, 10.

   

PISTAS PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIALOGO EN GRUPO:

    1. ¿Hemos hecho la opción definitiva por Jesús?.
    2. ¿Está claro el itinerario de Jesús? ¿Lo tenemos como proyecto?
    3. ¿Es una opción de madurez, no de provisionalidad, para trabajar en una tarea que sentimos como propia?.

   

 

2ª Sesión.  

CHARLA PARA LA IDENTIDAD DE NUESTRAS COMUNIDADES

 

 

“OPCIÓN POR LA FRATERNIDAD”

 

 INTRODUCCIÓN:

 

  Seguimos en este cursillo de preparación para incorporarnos a la comunidad, después de todo este tiempo de iniciación a la fe.

    En la sesión anterior terminamos hablando del discernimiento a que nos vemos abocados como cada vea que, en la vida, uno quiere tomar una decisión importante.

    Conviene recordar, en un momento, lo que decíamos el otro día. El discernimiento es ver claro, descubrir con seriedad y profundidad nuestra opción; una opción hecha como personas, desde la madurez, con una suficiente reflexión.

    No puede haber una opción por la comunidad si no hay una seriedad y una madurez suficientes. No basta con hacer las cosas porque Dios no las pide, sino que tiene que haber también una base humana: yo elijo el camino, este modo de vivir, este estilo de vida porque estoy de acuerdo con Él, ¡es lo que me va! ¡yo quiero eso para mi vida! Este es el camino que llena todas las aspiraciones que hay en mi persona, el que da pleno sentido a mi vida. Desde aquí es desde donde se hace la opción por Jesús y la comunidad.

    Dijimos que cada uno tiene que hacer su discernimiento personal, nadie puede suplir esta responsabilidad; pero también había un discernimiento grupal: todo el grupo se plantea el seguir a Jesús y a seguirlo de este modo. Por eso hay que tener un doble espacio para hacer esta reflexión.

    El otro día hablamos de la opción por Jesús, hoy nos vamos a centrar en la opción por la comunidad. Y no es que estas dos opciones se puedan separar, ya que la una lleva consigo la otra.

 

LA COMUNIDAD: SIGNO Y ANTICIPO DE LA UTOPÍA.

 

  Lo primero que vemos es que la opción por la comunidad supone una opción por la fraternidad. La palabra comunidad significa comunión (en griego koinonía) cuya mejor traducción al lenguaje práctico de nuestro tiempo es el de fraternidad.

    Para entender la fraternidad cristiana es necesario que acudamos al gran proyecto que el Dios de Jesús nos manifiesta: que todos los hombres formen una familia, que la humanidad entera viva y conviva humanamente, queriéndose como hermanos, viviendo en igualdad. El Padre quiere una fraternidad como fruto del amor, pero también como fruto de la justicia; una paz que sea fruto de esa igualdad y de esa justicia. En definitiva, se trata de ser hombres libres en una sociedad libre. “Todo hombre es mi hermano”.

    Por eso los profetas anunciaron ese gran reinado de Dios, esa gran utopía por la cual luchamos, que supone la implantación de la justicia que comienza por los derechos de los más débiles y de los más pobres. Este proyecto de fraternidad universal que tiene Dios lo vemos en Is. 65, 17-25 y capítulo 11, 1-9.

    Jesús de Nazaret recoge el proyecto del Padre y se entusiasma con él, ofreciendo su vida para construir, desde ya,  en esta vida, esa utopía maravillosa.

    Por eso Jesús se presenta como el Mesías, como aquel que viene a trabajar por cambiar la sociedad y construir ese reino de Dios, Jesús es el que se dedica a luchar contra la injusticia, contra las opresiones del poder, contra las desigualdades de la sociedad.

    El reinado de Dios es el que deja al descubierto la preferencia de Dios por los pobres, por los oprimidos, sustituyendo el poder por el amor, la desigualdad por la solidaridad, el egoísmo por el servicio. A esta tarea Jesús dedica su vida y para ello comienza a organizar un pequeño grupo que sea signo de esa utopía definitiva.

    Hay una larga marcha de la comunidad hacia el reinado de Dios, pero conviene empezar ya a ir construyendo, mediante un atajo, el signo de lo que el Padre quiere. Esta es la fraternidad cristiana, para esto existe.

    Naturalmente, el objetivo de Jesús no es crear esta pequeña fraternidad, sino que a partir de esta poca gente, como levadura en la masa, se vaya construyendo la fraternidad universal. Por eso conviene que tengamos en cuenta que la fraternidad cristiana está al servicio del reino, no para regocijarse en sí misma. Entender esto lleva consigo entusiasmarnos como Jesús en la misma tarea, ponernos a trabajar en el mismo tajo en el que está trabajando, codo con codo con él buscando lo mismo. Para eso formamos la pequeña fraternidad, como plataforma para construir la humanidad nueva.

    Conviene describir lo que el evangelio dice que es la fraternidad cristiana para llenarnos de utopía y de entusiasmo, para trabajar porque esto sea una realidad, para que pongamos de nuestra parte todo lo posible porque eso se llegue a realizar.

    Nos dice el evangelio que esa fraternidad tendría que ser un espacio humano en el cual las personas que estamos ahí (mayores, jóvenes, solteros, casados, de una profesión u otra, parados, simpáticos o no, con unas cualidades o con otras, etc.) se tiene que dar el amor de hermanos, con alegría, paz, tolerancia, agrado, generosidad, lealtad, sencillez, el dominio de sí para no dejarse llevar por juicios apresurados ante los defectos de los hermanos. Una fraternidad donde no haya privilegios de unos sobre otros, donde todos tendamos a ser de una misma clase social (la clase de los pobres), donde no haya diferencia de sexo a la hora de comprometerse en las distintas tareas.

    Se crea así una comunidad donde no están unos arriba y otros abajo, Mt.23, 1-12 sino donde todos son últimos y todos son primeros (Mt. 19,30): todos al servicio de todos, sin ninguno que mande; todos hermanos con un solo Padre. Los bienes se ponen en común y no hay ni tuyo ni mío (Hch.4,32); la única seguridad y riqueza es Dios mismo (Mt.6, 19-21).

    El grupo de la alegría completa (Jn.15,11;16-24) del afecto mutuo (Rom.12, 10),del perdón fácil y continuo (Mt 18, 21-22), donde no haya rivalidad ni partidismos, sino que todos están unidos por el amor (Col 3,14) y la ayuda mutua (Mat. 5, 7); donde todos trabajan arrimando el hombro, sin necesidad de escurrir el bulto (Gal 6, 2), las cualidades de cada uno se ponen al servicio de todos (1 Cor 12, 4-11) y quien quiere sobresalir lo hace en el servicio, la disponibilidad y la entrega (Lc 22, 26-27).

    Todos estos textos describen la vida de la comunidad, es decir, el hogar del padre, el hogar de Jesús. A nosotros también se nos invita, como a los discípulos de Juan, a ir con Jesús a ese hogar de convivencia maravillosas, pleno des Espíritu. Hay que tener un gran sueño utópico, una fraternidad construida en ese espacio humano que llamamos la comunidad. Hay que tener una gran ilusión por todo esto, y hay que trabajar para conseguirlo. Para que el hogar del Padre sea, realmente una verdad, hay que dedicarse a ello.

    Necesitamos experiencias utópicas para vencer el desencanto, la desilusión, el desengaño, para dejarnos llevar por el cansancio, el aburrimiento, para no echar marcha atrás, para seguir caminando siempre hacia delante.

 

¿Qué os parece esta opción por la utopía de la fraternidad?

 

EL MANDAMIENTO NUEVO:

 

  El fundamento de esta fraternidad es el mandamiento nuevo, descrito muy bien en el evangelio de Juan, en los cap. 13, 35 y 15, 9-12. La palabra mandamiento significa encargo. El Padre encarga a Jesús que esté dispuesto a entregar su vida por la liberación de los pobres y de los débiles, para construir una sociedad nueva, una fraternidad universal, para que ese reino llegue a ser una gran verdad.

    Con este mandamiento quedan sustituidos los mandamientos del Antiguo Testamento: Jesús dice a sus discípulos “igual que el Padre me amo...” “igual que yo os he amado, también vosotros amaos unos a otros”. Esto recuerda aquello también del evangelista Juan: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su hijo” (Jn 3, 16). Lo importante en Dios es el amor de entrega, de donación total. Esto es lo que da sentido a la vida; lo que hace que la vida tenga plenitud. Si la vida se nos ha dado es para que nosotros la demos.

    Si nosotros seguimos la dinámica, cuando muramos, podremos decir como Jesús: “Queda terminado” (Jn 19, 30), ya he entregado la vida, ya he cumplido en encargo del Padre.  

  Cuando uno está dispuesto a entregar la vida, no existe ya ninguna atadura, lo da todo. Las dificultades vienen muchas veces porque no hay esa opción definitiva. Cuando se hace esta opción definitiva y radical, lo único que se plantea es cómo hacer esto o aquello, cómo solucionar las cosas.

    Llevar a cabo el encargo de Jesús de amarnos, como él, hasta dar la vida, es lo que nos hace hijos de Dios. El Espíritu es el que posibilita esta opción. El Señor conoce nuestra debilidad y nuestras limitaciones; por ello, nos da el encargo y también la posibilidad, la fuerza para vivirlo.

    Por todo esto se trata de un mandamiento nuevo: Primero por la norma (En el A.T. y en otras religiones parecer el “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Pero el encargo de Jesús es distinto: “amaos como yo os he amado”. Jesús es el Hijo que ama con plenitud

Y quiere que nosotros también amemos con esa plenitud).

    Pero también es un mandamiento nuevo si atendemos al contenido (“unos a otros hasta dar la vida”), lo que supone una nueva relación con Dios. En el A.T., “Amarás a Dios sobre todas las cosas”, daba una imagen de Dios más distante. Ahora El está a nuestro lado, dentro de nosotros, en los demás, sobre todo en los débiles, en los que sufren, en los más pobres, en los oprimidos.

    Dios no exige que lo amemos El, sino que nos encarga que amemos a los demás igual que él nos ama. Todo esto supone gran experiencia de amor que es la comunidad, el lugar en el que podemos saborear la fraternidad. Teniendo esta experiencia es como podemos entregarnos a los demás en la lucha, en el compromiso, en el trabajo, en el mundo, en el cambio de la sociedad. Lo mismo que amamos a los hermanos de la comunidad, amamos a los compañeros de trabajo, a los vecinos, a los inmigrantes, a las minorías étnicas, a los marginados, etc.

     La experiencia de amor comunitario debe, pues, prolongarse en nuestras relaciones vitales. Este es el sentido que tiene la fraternidad, no el de refugio.

    La iniciativa de entrega tenemos que tomarla nosotros sin esperar que lo haga el otro. Estamos acostumbrados a tomar la iniciativa en el servicio, en el perdón, en la disculpa, en la entrega, en el trabajo…sin distinciones ni preferencias entre simpáticos y menos simpáticos; superando todas las diferencias que puedan existir entre uno y otros: la barreras las tiramos.

    Con la ayuda del Espíritu que está con nosotros en el hogar del Padre, en la comunidad, podemos realizar esta experiencia fraterna con los hombres en el mundo y en la sociedad.

  Quizás convenga parar aquí y hacer una reflexión sobre esta experiencia ¿qué os parece? ¿cómo conseguir que la comunidad sea el hogar del Padre, el hogar de la fraternidad? ¿cuál es nuestra opción? ¿nos entregamos a esto?. 

    Todos conocemos la parábola del buen samaritano (Lc.10,25).  A mí siempre me ha llamado la atención por muchos motivos; pero últimamente me hizo caer en la cuenta que lo del buen samaritano es la plataforma, la base humanizadota para que haya fraternidad. El buen samaritano no es la plenitud del mandamiento nuevo, pero es el pórtico: el hombre que tiene un corazón sano, lleno de honradez y humanidad, que ve la necesidad y no se puede estar quieto, que ve el sufrimiento y se conmueve. El buen samaritano es el hombre que experimenta con seriedad eso de ser persona, que sabe sentir los problemas de los demás como propios.

    Sin esta humanización no puede haber fraternidad. La fraternidad necesita como base interna el sentir y ser humano, profundamente humano y conmovido por todo lo humano.

    Actualmente, en la humanidad hay más pobres que nunca, el buen samaritano es el que vibra por el tercer mundo, con los barrios marginales, con los nuevos pobres (y con los de siempre). Al buen samaritano le vibran siempre todas las utopías, y entrega parte de su tiempo, de sus bienes y de su esfuerzo para remediar el sufrimiento. Pero esto es el principio, el mandamiento nuevo nos invita a algo más: entrega la vida, no solamente el tiempo, el esfuerzo y el dinero. Mientras no lleguemos a eso, todavía no hemos entrado con profundidad en el hogar del Padre.

 

FRATERNIDAD Y OPCIÓN POR LOS POBRES:(IGLESIA POBRE Y DE LOS POBRES).

 

  Desde esta vivencia de la entrega de la vida, podremos entender que la fraternidad cristiana no se puede separar de la opción por los pobres.

    Actualmente hablamos mucho de la opción por los pobres, pero se trata de algo que no es nuevo, de algo que es consustancial con la iglesia de los pobres. La fraternidad cristiana es la iglesia que hace su opción por los pobres y con los pobres; donde se entiende el entregar la vida y por lo tanto también los bienes: toda nuestra persona a disposición de los demás, todo nuestro ser entregado al trabajo de la liberación de los pobres y los débiles.

    La gran experiencia de la fraternidad es la que nos puede purificar para que sepamos entregarnos, experiencia de Dios en el mundo de la marginación. En la medida en que vayamos trabajando por los pobres ellos nos irán evangelizando, nos irán purificando en nuestra experiencia de fraternidad. Los pobres nos interpelan continuamente, nos ponen en constante revisión sobre si lo que hacemos es auténtica fraternidad o es mero refugio afectivo y sentimental; de si la comunicación de bienes es una mera experiencia gratificante (que lo es), o es realmente un instrumento liberador de los más débiles y de los que sufren.

 

¿qué o parece esto?

 FRATERNIDAD E IGLESIA:

 

  La gran pregunta que podemos hacernos es la de si puede haber iglesia sin fraternidad. Hoy día los teólogos estaríamos de acuerdo en decir, al menos teóricamente, que la iglesia es fraternidad, que construir la fraternidad es una experiencia específicamente eclesial, una exigencia.

    Hoy se habla mucho de comunión eclesial, pero muchas veces se reduce a estar de acuerdo con el Papa y con los obispos, con el párroco, con otros grupos eclesiales, etc. Pero, en primer lugar, la palabra comunión (koinonía) significa “estar en comunión con” el evangelio, con el Padre y con Jesús. Antes de tener la comunión con el Papa y los obispos hay que tenerla con el Padre y con Jesús y desde ahí tener la comunión con todos los hermanos, la fraternidad.

    En el trabajo de construir la fraternidad, unos tendrán una función y otros tendrán otra y la comunión será trabajar juntos en la misma tarea, ponernos de acuerdo en lo que es evangelizar, en lo que es construir la comunidad al servicio del reino.

    Hablar de iglesia, es ante todo, no la comunión con la jerarquía, sino la comunión de los hermanos, la fraternidad. Si no hay fraternidad no hay iglesia y para ello se necesita un planteamiento serio y un trabajo continuo. Una vez que se está construyendo una fraternidad como aquí la hemos descrito, ya se puede hablar de iglesia.

    Entre nosotros y el Papa y los obispos se da una comunión que llamamos crítica, porque mutuamente nos interpelamos y nos exigimos el ser fieles al evangelio, cada uno desde su tarea. Mediante esta comunión crítica vamos nosotros construyendo la fraternidad a niveles más amplios.

    La iglesia está compuesta por pequeñas fraternidades que después, en una onda expansiva, se van interrelacionando unas con otras hasta crear la fraternidad que trabaja en el mundo por cambiar la sociedad, por preparar la justicia del reino.

 

FRATERNIDAD Y EUCARISTÍA

 

  Sin eucaristía no se puede hablar de iglesia cristiana, ya que es la expresión máxima de la vida eclesial. Pero también hay que decir que sin fraternidad no puede haber eucaristía.

    Hasta que punto podemos hablar, muchas veces, de eucaristía, de comunión, de darnos la paz, etc. en celebraciones en las que hay tantas cosas que nos separan, en las que hay tantas divisiones, tantas barreras que se interponen en el amor mútuo, en la entrega fraternal, en la aceptación.

    Pero ¿hay que esperar a una vivencia de la fraternidad total y extraordinaria para celebrar la eucaristía? Quizás, como somos débiles, hay que contestar que no; aunque hay que tener presente que la base para que se de la eucaristía es que haya fraternidad, que se de la utopía del reino entre nosotros, que haya entusiasmo por vivir todo esto cada día más. Entonces la eucaristía será expresión de lo que tenemos y acrecentamiento hacia lo que queremos tener.

    La eucaristía es la interpelación constante para ir construyendo fraternidad, es la denuncia de lo que se nos aleja del reino, dentro y fuera de la comunidad. Si trabajamos por ir creando en la sociedad espacios de fraternidad y de justicia, si nuestro compromiso por los demás y por la sociedad es verdadero y serio, necesariamente la eucaristía será la denuncia de todo lo que no está en la línea de la fraternidad. La eucaristía será la denuncia de todo lo que no está en la línea de la fraternidad. La eucaristía es memoria subversiva, perturbación de todo inmovilismo y comodidad.

    La eucaristía es profecía (anuncio de lo que tiene que ser y denuncia de lo que no es).

   

Así pues, recogemos lo que hemos visto hasta ahora con dos palabras:

Hay que hacer un discernimiento de la opción por seguir a Jesús y darnos cuenta de que esa opción lleva consigo el ser vivida en fraternidad. Hemos visto qué contenido tiene la fraternidad, qué tipo de fraternidad quiere Jesús que vivamos. Hemos visto las exigencias utópicas de la fraternidad, que es además, una plataforma para trabajar fuera, en el mundo, no un refugio, sino un espacio que nos interpela y nos lanza a continuar la tarea liberadora de Jesús.

   

¿Qué nos parece todo esto?

   

3ª sesión  

CHARLA PARA LA IDENTIDAD DE NUESTRAS COMUNIDADES

 

  LA COMUNIDAD DE BASE 

 

 INTRODUCCIÓN: (Resumen de lo anterior).

 

  • Proceso terminado = Necesidad de un discernimiento
  • Renovar la opción o hacerla definitivamente

 

1ª Sesión: Clarificar la opción que se necesita hacer. Opción libre, por un espacio de realización humana, por un espacio de vida profética para realizar una tarea.

 

  El discernimiento cristiano se hace desde la opción por seguir a Jesús,  con los mismos pasos que él dio: encarnación, praxis, cruz y resurrección (encarnación en los pobres, lucha liberadora, persecución…).

 

  No hay que olvidar que lo primero es el discernimiento humano: yo quiero esto, esto me va, es mi estilo. No hagamos las cosas por mandato del evangelio ni de Dios, solamente, sino por necesidad nuestra, para realizarnos como personas.

 

2ª Sesión: Opción por la fraternidad inseparable de la opción por seguir a Jesús.

 

  La opción por la comunidad se traduce por vivir una fraternidad evangélica. En la sesión anterior describimos esta fraternidad. (El hogar del Padre y de los hermanos), y la importancia que tiene para que haya iglesia.

 

  Si hacemos la opción por seguir a Jesús, no podemos tirar hacia abajo en el proyecto utópico de fraternidad. Hay que apuntar alto.

 

  En esta tercera sesión vamos a ver por qué tipo de comunidad optamos. Comunidades y fraternidades existen por todas partes; entre ellas están las denominadas comunidades de base, que son las que nosotros pretendemos construir.

 

LA COMUNIDAD DE BASE

 

  En primer lugar hay que aclarar el significado de la palabra “BASE”:

a)  Sentido teológico: Se trata de hacer una opción fundamental por incorporarnos a una comunidad para seguir a Jesús; por eso, con esta decisión, estamos poniendo la base de la comunidad.

b)  ¡Base! como opuesto a ¡cúpula!: Si observamos la sociedad y la iglesia vemos una estructura jerárquica en forma de pirámide, en cuya cúspide están los que manda y en la base la mayoría obediente.

 

  Lo opuesto a esta concepción es la comunidad de base. Los que están abajo, los que no tienen, los que no pueden y los que no saben, son los que forman la comunidad de base, los pobres, los sencillos, las clases populares, la gente del pueblo.

 Muchos de nosotros pertenecemos a la clase media baja (licenciados, maestros, funcionarios, etc.), y cuando entramos en la comunidad de base tendemos a identificarnos con los pobres, tendemos a no subir, sino a bajar, siempre hacia la base.

   Estamos viendo que la comunidad no es un espacio tranquilizador y tranquilizante, sino interpelado siempre desde los más pobres. Por eso, no hay que contentarse nunca, sino siempre a bajar más.

 

c)  Organizada desde abajo:

  No intentamos responder a un mandato jerárquico, como pasa con las parroquias, sino que, espontáneamente, los miembros del grupo se organizan para tener una experiencia eclesial.

   También significa que la comunidad toma las decisiones ella misma, desde abajo, entre todos.

 

ECLESIALIDAD DE LAS COMUNIDADES DE BASE

 

  Entonces las comunidades, si no son parroquias, ni instituciones que siguen unas directrices jerárquicas ¿son iglesia?

   Para que podamos hablar de que un grupo humano y creyente es iglesia, se tienen que dar en su seno las tres notas siguientes:

 

1  Que sea una fraternidad

2  Que se celebre la eucaristía

3  Que tenga un compromiso liberador de la humanidad.

 

  Donde se dan estas tres cosas, ahí hay iglesia, no se necesita nada más. Por eso, para identificarnos como experiencia eclesial, no tenemos que hacer referencia a otra institución que no sea la comunidad de base. Después, naturalmente, viene la comunión con otras comunidades y con la iglesia universal.

   De estas tres notas, el compromiso tiene una importancia capital para la identidad de la comunidad. La fraternidad, si existe, no es para autocomplacernos, simplemente, sino que es una plataforma potenciadota de nuestro servicio a la sociedad. La celebración de la eucaristía, lo mismo, no es para elevarnos a un séptimo cielo espiritual, ni para llenarnos ni emocionarnos, sino que es una memoria subversiva que nos interpela continuamente, recordándonos que esta sociedad no responde al proyecto de amor del Padre.

   Según su praxis liberadora, así la comunidad tendrá un cariz u otro.

 

COMUNIDAD DE BASE: OPCIÓN POR LOS POBRES

 

  La misión de la comunidad de base, su compromiso, va en la línea de la opción por los pobres.

   Atendiendo a la palabra “opción”, se trata de ponerse de parte de los pobres, tomar partido por ellos, no ser imparcial. La comunidad de base no es neutral, no hace declaraciones de grandes principios abstractos. Nosotros nos “pringamos”, frente a otros que se lavan las manos. Los nuestros son los pobres, sus luchas son las nuestras y en sus organizaciones tenemos que estar nosotros.

   La experiencia de Jesús de Nazaret es la base de donde partimos (no agotamos la experiencia evangélica en su totalidad). La opción por los pobres no es una mera reflexión, sino una experiencia que hay que tener. Desde la madurez Jesús en su bautismo toma un compromiso: entregar su vida a la liberación de la humanidad.

   Jesús, en un momento de su vida, comprendió que Dios es Padre, un Padre buenísimo que ama a todos los hombres y de un modo especial a los más pobres (porque son los más débiles, porque están más oprimidos, porque sufren más, etc. Jesús se da cuenta de que el Padre quiere que todos los hombres formen una fraternidad universal: la humanidad reconciliada. Jesús descubre la voz del padre que le invita a que entre su vida por hacer realidad esto y hace su opción: se dedica a tener una praxis liberadora, entregando la vida hasta la cruz Mt.11,2-6, Lc.4,14-21.

   En nosotros como en Jesús, la opción por los pobres tiene que partir de esa experiencia profunda de fe, de la revelación del Padre y de la comunicación con El.

 

Análisis de la realidad

  Se trata de ponernos de parte de los pobres, pero ¿quiénes son los pobres? No se trata de abstracciones, sino que los pobres son colectivos muy definidos. La palabra “pobre” dice referencia económica, siempre.

   Hay pobres porque hay ricos: Relación dialéctica. La opción por los pobres es la que se hace por los desposeídos de lo necesario para vivir, para subsistir. No son pobres los que tienen “espíritu” de pobre pero no carecen. Cuando hablamos de pobres hablamos de injusticia (Las Bienaventuranzas)...Desde donde se proclama la buena noticia.

   Hoy día hablamos de “nuevos pobres” , todos esos colectivos marginados que se dan dentro de lo que llamamos “primer mundo”. En el tercer mundo todavía se agrava mucho más esta situación. Actualmente hay más pobres que nunca. En la historia de la humanidad nunca ha habido tanta pobreza como ahora; y lo peor es que, según va esto, cada vez la situación va a ser peor.

   Esta realidad hay que asumirla. La opción por los pobres tiene que pasar por esta línea, tenemos que estar continuamente teniendo esto presente para contrarrestar el influjo publicitario de esta sociedad de consumo en que vivimos, que nos empuja a la competencia salvaje y al acaparamiento.

   Los colectivos que más llaman la atención en esta situación de pobres y que nosotros tenemos que tener presentes son: los parados de larga duración, los jóvenes, las mujeres, los ancianos, los drogadictos, las minorías étnicas (gitanos, etc.), los inmigrantes y sobre todo, el conjunto del tercer mundo, que reclama solidaridad por los millones y millones de pobres oprimidos y desposeídos por el primer mundo.

   La opción por los pobres pasas por este análisis de la realidad. No es una opción espiritual, sino que tiene, en primer lugar, una lectura sociopolítica (la situación en que están esos pobres se debe a una injusticia estructural: las estructuras sociales son injustas, desiguales, opresoras, generan -y generarán mientras no cambien- esta situación de pobreza). Una comunidad no es auténticamente de base si no ha hecho, todavía, este análisis sociopolítico de la realidad: ¿por qué existen los pobres? Porque hay ricos, ¿por qué hay ricos? Porque han despojado a los pobres. Lo peor es que todos somos cómplices, o bien porque adoptamos una postura pasiva, resignada, o bien porque no tomamos posturas y no nos comprometemos, luchando y denunciando las injusticias.

   La opción por los pobres es una opción profética: desde la comunidad de base se hace un anuncio continuo de esperanza para los que sufren diciéndoles: llegará un momento en que, poco a poco, luchando la humanidad se conseguirá que todos los pobres de la historia reciban una compensación a su humillación. Habrá un momento en que se dará una nueva humanidad en que no haya pobres, en la que todos los que han sufrido serán recuperados, todos los crucificados resucitarán. La esperanza del reino es que esto a va a llegar y esto hay que anunciárselo a los pobres para que luchen y no se conformen.

   Solamente si nosotros nos ponemos de parte de ellos, si nos introducimos en organizaciones y movimientos liberadores, que luchan contra esta situación de injusticia, podremos hacer la opción profética, podremos anunciar la esperanza del reino.

   A veces nosotros nos cansamos por algún compromiso que llevamos, habiendo tanta gente que está dejando la vida luchando por los pobres, por la transformación del mundo.

   Desde estos planteamientos la familia burguesa no tiene cabida y el casarse por la iglesia (por la comunidad) significa que el matrimonio se une para estar, ante todo, al servicio del reino, no para refugiarse.

   Los mismos pobres, a menudo, tienen la mentalidad de los opresores y les mueve el afán de subir en la pirámide social, pero cuando se les conciencia responden estupendamente a esta opción profética. El problema somos nosotros, que a veces no hemos hecho aún la opción por las bienaventuranzas, y si la hemos hecho ha sido con poco brío. Pero a base de escuchar estas cosas llega un momento en que en nosotros se despierta el entusiasmo; por eso necesitamos en nuestros grupos el presentar, cada vez mas, la utopía y propiciar la capacidad de entusiasmo y de entrega.

   Existe un pluralismo legítimo a la hora de elegir las plataformas y organizaciones desde las que hay que trabajar, pero este pluralismo no es indiscriminado. No todas las organizaciones son liberadoras ni todo es liberador dentro de una organización. Hay que hacer un discernimiento de qué organizaciones ayudan a liberar a la humanidad y cuáles no.

   Desde luego, las organizaciones sociopolíticas no son perfectas en su labor liberadora, hay que tomarlas como imperfectas. Además, por el hecho de confesarse una organización como liberadora no tiene por qué serlo. Hay que ver, entonces, en qué organizaciones estamos, sin son liberadoras o no, ver si podemos, dentro de ellas, hacer una opción liberadora. Todo este análisis hay que hacerlo desde la opción por los pobres.

   El seguimiento a Jesús es paradigmático, ejemplar, también de esto. Los pasos que hemos de dar son:

 

1.  Encarnación: hacerse pobre entre los pobres.(Empatía)

2.  Praxis: compromiso liberador.(Conciencia de la causa)

3.  Cruz: estar dispuestos a dar la vida, aceptar la persecución.(Destino)

4.  Resurrección: recobrar la vida al darla.

 

IGLESIA POBRE Y DE LOS POBRES

 

  La comunidad de base es la iglesia de los pobres, una iglesia pobre en donde los pobres se sienten a gusto. A veces, con saber tanto como sabemos, impedimos que los pobres estén bien con nosotros. Había que reflexionar sobre qué tipo de comunidad tenemos para que los pobres estén a gusto con nosotros.

   Una iglesia pobre, encarnada entre los pobres, en los suburbios, en los barrios, en los pueblos… ¿dónde edificamos nuestra realización eclesial? siempre nos tiene que estar interpelando la opción por los pobres.

   Una comunidad al servicio de los pobres, signo de los pobres. Entonces, ¿cómo organizamos por dentro nuestras comunidades para que no sean obstáculo para la evangelización de los pobres? ¿cómo organizamos nuestra dinámica comunitaria? Hay que potenciar las áreas de trabajo para crecer en eficacia en la opción por los pobres.

   Entre todos los servicios y carismas que hay entre nosotros, el más importante, el que no puede faltar, el que hay que facilitar y potenciar, es el carisma profético. Hay que crear un clima de facilite la profecía y no ahogarla, que es lo que a veces hacemos en nuestros grupos.

   El Dios de Jesús nos lo revelan los pobres, los sencillos. El profeta es el que nos va ayudando a descubrir en los pobres al Dios de Jesús de Nazaret.

 

ALTERNATIVA DE SOCIEDAD

(Espacio donde se vive la utopía)

 

  Si la comunidad de base tiene el afán de tener, la competitividad, la desigualdad, etc. que tiene la sociedad, entonces, ¿qué somos? ¿somos alternativa a la sociedad? evidentemente no. La comunidad de base está metida en la sociedad, pero se distingue de ella, no bendice la injusticia ni la legitima, no es cómplice con la pasividad.

   La comunidad de base ayuda a cultivar una gran sensibilidad ante ciertas cosas: olfato de denuncia profética de la desigualdad, la marginación, la injusticia, etc.

   La comunidad tiene como tarea el sensibilizarnos, el hacernos permeables a la realidad, a la injusticia. Y esto no se hace solamente acudiendo al evangelio, sino porque hay un talante humano (el contraste con la realidad que vivimos cada día también nos humaniza y evangeliza) ¿con quienes tamos nosotros? ¿con quienes convivimos?.

   El talante humano se consigue sin ese esfuerzo crucificante, forzado, que acude al evangelio siempre para superar las continuas resistencias nuestras. Debe haber más espontaneidad, más entusiasmo proveniente de contacto con la realidad (Dios está en ella), por la interpelación de la realidad, por humanidad, por sensibilidad.

   Ser realista es trabajar para que esta sociedad cambie, y esto se entiende de cuando el espacio donde estamos es ya una alternativa de sociedad, Lc.1,46-53, Magnificat.

 

Todo esto ¿nos entusiasma o nos paraliza?

 

4ª Sesión  

CHARLA PARA LA IDENTIDAD DE NUESTRAS COMUNIDADES

COMUNIÓN DE BIENES Y COMPROMISO LIBERADOR.

 

INTRODUCCIÓN:

 

  En los ambientes eclesiales de todo tipo, el tema de la comunidad y la comunión de bienes es un tema de moda. Se lleva mucho eso de decir que la meta de toda catequesis es la comunidad, no se puede vivir la iglesia sin  comunidad, etc. Sin embargo, ponerse a trabajar seriamente por construir una verdadera fraternidad, un espacio de comunión de fe, vida, bienes, etc., muy pocos lo hacen.

   La experiencia de comunión de bienes, es difícil llevar a cabo, es  además, un tema casi tabú. La gente empieza a justificarse: “ claro, estos sí porque son matrimonios jóvenes” o  “como tienen hijos pequeños…”, o “como tienen hijos mayores…”, etc. Se le da vueltas al asunto para quitarle la importancia comunitaria que tiene. Se trata de no poner pegas, que ya las hay, sino de resolverlas.

   El tema interpela, viene a apoyar todo este proyecto utópico que pretendemos. La comunión de bienes conecta totalmente con la fraternidad. (No se puede dar una auténtica experiencia de fraternidad si no se desemboca en la comunión de bienes, sea la fórmula que sea). Por eso es necesario plantearnos en este cursillo de incorporación a la comunidad, haciendo una síntesis de lo que se ha planteado en la segunda etapa.

   Hay que tener en cuenta, además que la comunión de bienes, siendo una tema tan importante, no es lo primero. El verdadero tema (experiencia) “estrella” debe ser el del compromiso liberador, el de la opción por los pobres.

 

FUNDAMENTACIÓN DOCTRINAL :

 

a)  Biblica:

 

  El fundamento de la comunión de bienes está en la Escritura, en Jesús de Nazaret, es una llamada. Hay que acudir a la experiencia del Jesús de la historia.

   Jesús, como hombre, tuvo una experiencia de Dios extraordinaria, que le llevó a identificarse con el proyecto de fraternidad universal del Padre: que toda la humanidad se reconcilie, que toda la creación se reconcilie y que al final de los tiempos se llegue a establecer esa gran familia entre todos los hombres, Lc.1,40-50, (El Magnificat), Efs.1,14. Lc.4,18-19.

   A ese proyecto del Padre entrega Jesús toda su vida y todo lo que tiene. En esa entrega descubre que la humanidad, no solamente no vive ese proyecto, sino que está trabajando en contra: Jesús descubre la gran injusticia de la humanidad, la opresión de los pobres, de los débiles, la desigualdad,… Jesús ve que la injusticia es el gran pecado de la humanidad, lo que se opone a que Dios sea Padre de toda la humanidad, Jesús, entonces, entrega su persona a la lucha contra la injusticia.

   ¿Qué camino utiliza Jesús para acabar con la injusticia?. Además de entregar su vida y de ponerse de parte de los pobres, se dedica a construir un grupo humano en el cual se viva la utopía, se de el proyecto de Dios de fraternidad, se quiten las raíces que produce esta injusticia. Esto quedó tan grabado en los discípulos, que cuando Jesús muere y resucita y ellos quieren continuar y propagar la experiencia que habían tenido con él, la describen con esos textos que todos conocemos:

   “Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles y en la comunidad  de vida, en el repartir el pan y en las oraciones. Pero los invadía a todos el temor ante las muchas señales y prodigios que realizaban los apóstoles. Todos los que iban creyendo abrigaban el mismo propósito y lo tenían todo en común; vendía sus posesiones y sus bienes y lo repartían entre todos según la necesidad de cada uno. A diario frecuentaban unánimes el templo; partían el pan en las casa, comían alabando a Dios con alegría y de todo corazón, y siendo bien vistos por todo el pueblo. El Señor les iba agregando a los que día tras día se iban poniendo a salvo con el mismo propósito”. (Hch.2,42-47 y ss.) (Ver Dt.15,4 y ss.)

   En esta experiencia queda claro que querían incorporarse a seguir a Jesús, se incorporaban a un espacio humano en el que se realizaba una experiencia de vida común (compartiendo el pan: la eucaristía, los bienes y la oración).

   “En el grupo de los creyentes  todos pensaba y sentían los mismo: nadie consideraba suyo nada de lo que tenía, sino que lo poseían todo en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del señor Jesús con mucho vigor; todos eran muy bien vistos, porque entre ellos no había ningún indigente, y que los que poseían campos o casas los vendían, llevaban el producto de la venta y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno”. Hch. 4, 32-35 y ss.)

   En estos dos textos no se intenta decir cómo vivían todos los cristianos, sino que s presenta la utopía, el proyecto, la intención: “ esto es lo que hay que hacer, así tenemos que intentar vivir, por aquí tenemos que caminar. Hágase de una manera o de otra, pero por aquí tenemos que avanzar en el seguimiento a Jesús.

   Estos textos no se pueden entender al pie de la letra, pero tampoco como si sólo fuera literatura. Poca gente cree en esto que llaman “utopía irrealizable”.

   Desde luego, todo el mundo no va a vender la totalidad de lo que tiene y ponerlo a disposición de los demás, en esto tienen razón los escépticos, pero la verdad que tiene estos textos es que pretenden reflejar la utopía cristiana, pretenden animarnos, darnos a entender que no se puede hablar de proyecto cristiano sin comunión de bienes. (Como se puede hablar de proyecto cristiano sin eucaristía y sin compromiso). La prueba de que no todo el mundo vivía esta experiencia son los ejemplos de Bernabé y Ananías y Safira (Bernabé representa a la comunidad que tiene comunión de bienes y está viva. Ananías y Safira representan a la comunidad que no hace comunión de bienes y le falta, por ello la vida).

   La comunión de bienes es una aventura colectiva, no individual Mt.5, 3 primera Bienaventuranza. No se trata de ser una persona muy lanzada, con grandes cualidades para vivir  la comunión de bienes; es cosa de grupo : juntos tener un proyecto de vida utópico, al estilo de Jesús.

   La comunión de bienes, la renuncia a acaparar, es una oferta, una propuesta; pero es un mensaje de radicalidad, es una elección que tiene que hacerse libremente quien quiera entrar en la comunidad (Primera bienaventuranza, el joven rico, etc. ). Plantear las cosas con radicalidad nos ayuda a llegar más allá, Mc.6,1 y ss.(la multiplicación de los panes).Ver también Mc.10.

 

FRUTOS DE LA COMUNIÓN DE BIENES:

 

  b) Praxis comunitaria

 

·  LIBERACIÓN: PARA REALIZAR COMPROMISOS RADICALES Y PARA ASUMIR EL RIESGO:

 

  A la hora de comprometernos, no se llega hasta el fondo porque surgen muchos miedos y dudas. La comunión de vida y de bienes posibilita la superación de estas situaciones.

   En una comunidad de base debía haber miembros capacitados para asumir misiones de alto riesgo. Por ejemplo, ahora mismo, una de las cosas que más miedo da y que más paraliza la lucha obrera es el miedo al despido. Como amenazan con el despido, no se mueve nadie. También se da el miedo a perder el prestigio, la influencia, la buena fama. Todo esto lo tenemos dentro y nos dificulta el entregarnos, el profetismo.

   La comunión de bienes vivida en su radicalidad facilita el compromiso: no hay miedo a perderlo todo porque la comunidad de apoya.

 

·  LA ORACIÓN SE CONVIERTE EN VIDA

 

  A veces la oración en los grupos es bastante rutinaria, sin entusiasmo, sin garra y en el fondo es porque estamos atados a muchas cosas.

  La comunión de bienes libera de las cosas y, entonces, como hay que vivir la fe, mirando el evangelio, lógicamente la oración recobra vitalidad, la profecía surge con fluidez.

   La revisión de vida se hace sobre las necesidades vitales, condicionales y superfluas. Mirando siempre el nivel de vida.

 

·  UTOPÍA QUE SE OFRECE A LA SOCIEDAD

 

  La comunión de bienes de la comunidad de base es una oferta, una alternativa que se presenta a la sociedad. Esa es la esperanza que la sociedad anhela.

   Ahora se habla mucho de la necesidad de recuperar la utopía, de la crisis de la izquierda, del excesivo pragmatismo, etc. No basta con un proyecto político para inyectar utopía a la gente, hay que presentar alternativas: grupos que aunque sean pequeños, vivan la utopía de la igualdad, la justicia, la fraternidad, el compartir. Donde hay un grupo se recupera la utopía, pero a su alrededor también. Otra sociedad es posible.

 

·  SE HACE CREIBLE EL EVANGELIO

 

  Muchas veces, cuando anunciamos el evangelio, nos quedamos sólo en palabras. Cambia mucho el evangelio anunciado desde la experiencia de la comunión de bienes, al evangelio anunciado desde otro tipo de experiencia.

 

·  SE POSIBILITA LA OPCIÓN POR LOS POBRES

 

  No se puede asumir la causa de los pobres, su realidad, sus luchas, ni se puede ser solidario, sin vivir la comunión de bienes en el grupo.

   La comunión de bienes no es para nosotros, sino para solidarizarnos con los pobres del mundo, para no ser cómplices con la injusticia de la humanidad acaparando e intentando subir.

  Por ejemplo, ahora que estamos en Navidad y nos dan a algunos una paga doble, por lo menos una de ellas es de los pobres. ¡Y qué decir cuando en una casa trabajan la mujer y el marido en Navidad son cuatro pagas!. Tres son de los pobres del mundo. El trabajo es bueno para realizarnos humanamente; pero entonces, que uno de los dos trabaje gratuitamente. Y así como esto, pues igual en otras cosas por el estilo. (Y no porque se me ocurra a mí, ni por ley, sino por opción por la humanidad).

   Todo esto no es posible sin un hombre nuevo. Como intentemos regular la comunión de bienes a base de leyes, esto no dura ni dos días, nos tiramos los trastos a la cabeza. No se trata de normas sino de humanidad. El problema es que no estamos humanizados y el evangelio lo que viene es a humanizarlos, a darnos sentimientos verdaderamente humanos, fraternales.

   La comunión de bienes no pretende presentar un idealismo más o menos nov, sino de hacernos personas, de hacernos vibrar con los más pobres, de liberarnos de lo que nos impide ser verdaderamente humanos, de quitarnos el pecado de la complicidad.

   Hace falta el hombre nuevo del que habla el evangelio. La comunión de bienes es un instrumento para conseguirlo y para facilitar la lucha por la liberación de los pobres. La comunión de bienes no es un fin.

   ¿Cuál es el primer paso para que un grupo se constituya en un grupo que vive la comunión de bienes?. Lo primero es romper la cartilla de ahorros. El segundo es poner las pérdidas en común (no las ganancias). El tercer paso es poner las ganancias en común con los pobres, no con nosotros.

   Y esto no es duro, si no es, entonces no va conmigo, entonces hay que esperar (hay una pedagogía educativa, un proceso de descubrimiento y vivencia). Si es duro es porque falta crecer en humanización, entonces hay que empezar a compartir a los niveles que vayamos descubriendo y poco a poco iremos avanzando hacia el hombre nuevo. 

  Ninguna madre que pasa la noche en vela porque su hijo tiene fiebre, lo vive como una carga, como algo que se hace duro, pese al sufrimiento que lleva consigo. Lo mismo pasa en la humanidad, que mientras no se acabe la injusticia no nos quedamos tranquilos, y todo lo que hagamos, aunque nos cueste, lo hacemos con gusto. El evangelio es un alivio, una liberación, porque viene a descargarnos de miedos, de preocupaciones y de sueños banales, superficiales y poco humanitarios. Esto no quiere decir que tengamos dificultades puntuales y debilidades, pero la opción supone un alivio.

   Conviene revisar con frecuencia el estilo de vida, para ser solidarios con los débiles; sin caer en el puritanismo, y sobre todo evitar el agobio y respetar la libertad.